29 marzo 2024

Paradise Lost

Ahora se hace difícil acordarse de un grupo con una más que larga carrera musical consolidada y que haya experimentado una evolución tan grande como es el caso de Paradise Lost. Tal vez podríamos pensar en Sepultura primeramente y años más tarde Metallica

Y seguramente las continuas comparaciones con Metallica fue el hito que hizo a Paradise Lost forzar la máquina para diferenciar su sonido y que a la postre le abandonaran tantos seguidores cuando pudieron escuchar sus obras más recientes como «Host» o «Believe In Nothing», esta última sobre todo, donde la banda flirteaba con los sonidos electrónicos, que nada tienen que ver con las primeras publicaciones de la banda que se situaban claramente en un genero musical que si bien no crearon, lo hicieron genero como tal, el Gothic Metal en un momento en que la tendencia más popular y cafre del momento era el Death Metal de los Carcass. Y es que las tierras húmedas de Inglaterra y los cielos nublados tienen que tener algo para que nos haya dado la oportunidad de descubrir a bandas que han hecho de la oscuridad un arte como han sido My Dying Bride, Sister Of Mercy o los primeros The Cult.

Pero es que los más de quince años que Paradise Lost lleva en activo dan para mucho (en un par de años podéis felicitarles por sus veinte años de existencia como banda). Para mi gusto, Paradise Lost ha sido lo más grande dentro del Gothic, creativos como pocos, dentro de un estilo tan encorsetado, y melódicos como nadie ha hecho hasta entonces. Ni han sido los más oscuros, ni han sido los más cañeros, pero se hace difícil extraerte del genial embrujo que temas como «The Painless» y sus guitarras agudas como hojas de afeitar; la preciosa penumbra de «Rotting Misery» (que ya había aparecido un año antes, en 1990 publicada en su disco «Lost Paradise»); la propia «Gothic» que dejaba muy claro el estilo que marcaban o sobretodo «Eternal», una de las cumbres del Metal en toda su concepción.

Las canciones redondas, perfectas se gestaban con facilidad pasmosa, ahí teníamos «Pity The Sadness» como muestra para saborear unas melodías de guitarras directas, una canción que a pesar de tener un tempo medio, es rápida; a pesar de ser oscura no es gótica; a pesar de ser lineal tiene cambios de ritmos… es una muestra más de la magia a la que podían llegar.

A pesar de eso Paradise Lost nunca ha sido una banda de éxito desorbitante, como hayan podido tener bandas coetáneas y similares como los anteriormente mencionados Metallica. Tal vez las cumbres de reconocimiento y ventas la gozaron a mediados de la década de los 90 con dos discazos imprescindibles en toda discografía «Icon» y «Draconian Times».

Para empezar del «Icon» del 93 lo primero que llama la atención es la cuidada estética que acompañaban al álbum, cuyo sonido se hacía más accesible, las voces guturales habían desaparecido pero seguía quedando el peso de su música. El disco contenía algunos de sus mejores temas como «Embers Fire», «Widow», «True Belief» en otra muestra de lo que significa canción perfecta (escucha este tema tres veces y trata de quitarte esos coros de la cabeza), «Remembrance» o esa verdadera pieza de museo llamada «Christendom» tan suave, delicada y frágil como esos coros femeninos que suenan fantasmagóricos hasta que lo agitas y el tema explota para volver a sosegarse.

Paradise Lost ya era una banda conocida y respetada y fue en 1995 cuando la banda edita «Draconiam Times» tal vez su álbum más redondo. Diez álbumes podrías contar con los dedos de las manos en que todas y cada una de las canciones que lo componen son maravillas, no falta ni una coma, no sobra ni un redoble, sencillamente es un disco perfecto… «Draconiam Times» estaría entre ellos.

Su sonido ya estaba muy alejado de ese Gothic Metal con el que empezaron pero a cambio habían ganado en calidad continuando con un sonido muy melódico a la vez que pesado. Sería absurdo hablar de todas las canciones pero se hace inevitable no destacar «Halloweed Land» cuyos estribillos te hacían volar; el inicio de «The Last Time» te hace salir corriendo de donde estés y difícilmente podrás dejar de apretar las mandíbulas; «Forever Failure» un tiempo medio muy dulce como un veneno que te duerme mientras que «Elusive Cure» otro tiempo medio se trata de su antídoto; la descarga energética de «Once Solemn» el tema más duro del álbum; «Shadowkings» con ese ritmo de batería tan cuadrado a negras que revienta en el plato; «Shades Of God» que se llamaba igual que su disco de 1992, tenía un estribillo y una guitarra que caminan solos para retorcerse en la tumba; «I See Your Face» un tema del que me quedé enganchado desde la primera vez que lo escuché o «Enchantment» un tema que a pesar de ser a cámara lenta y que duraba seis minutos tenía un mensaje positivo.

Sin duda fue el momento más álgido de la banda. Dos años más tarde le seguiría «One Second», cuyo listón bajaba considerablemente a pesar de contener joyas del tamaño de «Say Just Words» con esa guitarra repuntando al final de cada estribillo e incluso el ritmo se aceleraba para tratarse de Paradise Lost, y el tema que daba título al disco. Otras canciones daban la talla como «Blood Of Another», mientras temas como «Soul Couragerous» o «Another Day» no dejaban de ser canciones Rock del montón que podían haber facturado cualquier grupo. No tenían esa esencia de las canciones de Paradise Lost que hace que te quedes prendado. Aparecieron los primeros sintetizadores con un claro protagonismo como en el caso de los cortes «Lidia» (una canción mediocre), «Take Me Down» o «Mercy» lo que hizo que muchos de los fans renegaran del grupo. Las comparaciones con Depeche Mode empezaron a sonar con fuerza.

Era un disco extraño, que según iba avanzando en sus canciones iba entrando en barrena y en el desinterés. Era un disco que estaba indicándonos el gran punto de inflexión y cambio de sonido que nuevamente la banda iba a sufrir. No eran canciones malas, pero eran totalmente insuficientes para Paradise Lost.

1999, la banda tenía claro que quería posicionarse claramente y contestar a tanta crítica y lo hicieron con un órdago. En «Host» eliminaban completamente todos los instrumentos por samplers y sintetizadores. Una apuesta que con el tiempo se vio que fue equivocada.

Difícilmente se puede reseñar algún tema de este álbum, sus canciones carecían de pegada y carisma, algunas de ellas como «It´s Too Late» eran ambientales prácticamente. Ya hasta la portada era desconcertante, apareciendo los cinco miembros de la banda con pelito cortado, traje o chaquetas de cuero de lo más correcto. En definitiva un disco Pop Rock. El peor disco de toda su carrera.

Nuevamente dos años más tarde, 2001 nos encontramos con un nuevo disco «Believe In Nothing». Que si bien seguía la estela del anterior en cuanto a sintetizadores, en éste por lo menos eran acompañados por instrumentos reales y además en este álbum  había canciones que podían salvarse de la quema, cuatro únicamente, como eran «Look At Me Now», «Fader», «Mouth» o «I Am Nothing» aunque muy lejos de sus grandes obras maestras. Además en algún momento nos recordaban que no se les había olvidado lo que es el Rock «Sell It To The World».

Un año más tarde editaban «Symbol Of Life». Es lógico que sus seguidores pudieran haber perdido la esperanza en esta banda, de tal manera que se perdieron el mejor disco de Paradise Lost en muchos años, un disco que esta vez si mezclaba con fuerza el Rock con los sonidos electrónicos que bandas como Nine Inch Nails saben hacer. De hecho llevan con respecto a sus últimas obras sus sonidos al extremo, en este disco rockean con fuerza, los sonidos electrónicos se acercan en muchos momentos al Techno.

Volvemos a quitarnos el sombrero con la capacidad de componer obras redondas que llegan y que te llenan. «Isolate» tiene un ritmo machacón y vuelve a hacer que un tema de la banda nos hierva la sangre; en «Erased» vuelven a recuperar los coros femeninos que tantas glorias pasadas le dieron; «Pray Nightfall» tiene un estribillo que perdura en el tiempo y retumban los halos de oscuridad del pasado; «Mystify» en un tiempo medio muy correcto; «Channel For Pain» es un tema pesado como hacía tiempo no escuchábamos en la banda, que gustazo. Incluso incluían una versión muy bien conseguida del tema «Small Town Boy» que en su día fue un tema que servía de icono del Pop gay.

Un disco que hay escuchar con la mente de la evolución bien abierta. Un discazo que la trayectoria autodestructiva de la banda les privó de que tuviera la repercusión que se merecía. Un gran paso adelante tras tres pasos hacía atrás.

Este 2005 editan un disco homónimo. Como si se hubieran rendido proclamaban que iban a recuperar su sonido más duro, de hecho volvían a aparecer en las fotos promocionales con pelos largos, perillas y piercing. Querían ganar el terreno perdido, y la verdad es que el sabor de boca con el que nos quedamos es agrio y amargo… porque lo último que podemos llevarnos a la boca es un trabajo flojo y sin carisma en su conjunto que ha vuelto a ser producido por el canadiense Rhys Fulber. No llega a la mediocridad del «Host» ya que aquí sí que hay canciones que se pueden destacar como son «Forever After», «Shine» o «Laws Of Cause».

Ahora los fans del grupo no sabemos a que atenernos, qué parte de su historia debemos amar, los grandes temas oscuros de sus primeras obras y las más accesibles e inofensivas de la actualidad.

Un grupo elegante como pocos los ha habido. Un grupo que ha sabido evolucionar como pocos lo han hecho, un grupo que ha arriesgado. Un grupo sin el que hoy en día sin lugar alguna a dudas bandas tan populares como Him no existirían.

Todo mi respeto.

DAVID BARRANTES ANDRADA

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